2. —¿Por qué tus discípulos no siguen las costumbres que nuestros antepasados han practicado desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no se lavan las manos antes de comer?
3. Jesús les dijo:—¿Y por qué ustedes desobedecen el mandamiento de Dios para obedecer sus propias costumbres?
4. Porque Dios dijo: “Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre; la persona que maltrate a su padre o a su madre tendrá que morir.”
7. ¡Son unos hipócritas! Dios tenía razón cuando dijo por medio del profeta Isaías:
8. “Este pueblo dice que me obedece,pero en verdad nunca piensa en mí.
9. De nada sirve que ustedes me alaben,pues inventan reglasy luego las enseñandiciendo que yo las ordené.”
18-20. Pero si la gente dice cosas malas, es porque es mala y siempre está pensando en lo malo: en cómo matar, en cómo ser infieles en el matrimonio, en cómo hacer cosas indecentes, o en cómo robar, o insultar a otras personas, y mentir. A Dios no le agrada que gente así lo alabe. Pero cualquiera puede alabar a Dios, aunque coma sin lavarse las manos.
21. Jesús se fue de allí a la región de Tiro y de Sidón.
22. Una mujer de esa región, que era del grupo al que los judíos llamaban cananeos, se acercó a Jesús y le dijo a gritos:—¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!
23. Jesús no le hizo caso. Pero los discípulos se acercaron a él y le rogaron:—Atiende a esa mujer, pues viene gritando detrás de nosotros.
24. Jesús respondió:—Dios me envió para ayudar sólo a los israelitas, pues ellos son para mí como ovejas perdidas.
25. Pero la mujer se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo:—¡Señor, ayúdame!
26. Jesús le dijo:—No está bien quitarles la comida a los hijos para echársela a los perros.
27. La mujer le respondió:—¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen de las sobras que caen de la mesa de sus dueños.
28. Entonces Jesús le dijo:—¡Mujer, tú sí que tienes confianza en Dios! Lo que me has pedido se hará.Y en ese mismo instante su hija quedó sana.
29. Jesús salió de allí y llegó a la orilla del Lago de Galilea. Luego subió a un cerro y se sentó.
30. Mucha gente llevó a Jesús personas que estaban enfermas. Entre ellas había cojos, ciegos, mancos, mudos y muchos otros enfermos. Y Jesús los sanó.
31. La gente, asombrada de ver a todos completamente sanos, comenzó a alabar al Dios de los israelitas.
32. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:—Siento compasión de toda esta gente. Ya han estado conmigo tres días, y no tienen comida. No quiero que se vayan sin comer, pues podrían desmayarse en el camino.
33. Los discípulos le dijeron:—Pero en un lugar tan solitario como éste, ¿dónde vamos a conseguir comida para tanta gente?
34. Jesús les preguntó:—¿Cuántos panes tienen?—Siete panes y unos pescaditos —contestaron los discípulos.