7. Cerca de ustedes siempre habrá gente pobre, y podrán ayudarla cuando lo deseen. Pero muy pronto ya no estaré con ustedes.
8. Esta mujer hizo lo único que podía hacer: derramó perfume sobre mi cabeza, sin saber que estaba preparando mi cuerpo para mi entierro.
9. Les aseguro que esto que ella hizo, se recordará en todos los lugares donde se anuncien las buenas noticias de Dios.»
63-64. Al escuchar esto, el jefe de los sacerdotes se rasgó la ropa en demostración de enojo, y dijo:—¿Qué les parece? ¿Qué deciden? Dice que él es Dios. ¡Ya no necesitamos más pruebas!Y todos estuvieron de acuerdo en que Jesús debía morir.
65. Algunos empezaron a escupir a Jesús. Le tapaban los ojos, lo golpeaban y le decían: «¡Adivina quién te pegó!»Luego, los soldados del templo se hicieron cargo de Jesús y lo recibieron a bofetadas.
66. Mientras pasaba todo esto, Pedro estaba en el patio del palacio. De pronto llegó una sirvienta del jefe de los sacerdotes,
67. y vio a Pedro calentándose junto al fuego; lo miró fijamente y le dijo:—Tú siempre estabas con Jesús, el hombre de Nazaret.
68. Pedro respondió:—Eso no es cierto; ¡no sé de qué me hablas!Y se fue a la entrada del patio. En ese momento el gallo cantó.
69. Un poco más tarde, la sirvienta volvió a ver a Pedro, y dijo a los que estaban allí:—Este hombre es uno de los seguidores de Jesús.
70. Pedro volvió a negarlo.Un poco más tarde, algunos de los que estaban por allí le dijeron a Pedro:—Estamos seguros de que tú eres uno de los seguidores de Jesús; tú también eres de la región de Galilea.
71. Pedro les contestó con más fuerza:—¡Ya les dije que no conozco a ese hombre! ¡Que Dios me castigue si no estoy diciendo la verdad!
72. En ese momento, el gallo cantó por segunda vez, y Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante dos veces, tú habrás dicho tres veces que no me conoces.» Y Pedro se puso a llorar con mucha tristeza.