53. Pero la gente de esa región no quiso recibir a Jesús, porque sabían que él viajaba a Jerusalén.
54. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron lo que había pasado, le dijeron a Jesús: «Señor, permítenos orar para que caiga fuego del cielo y destruya a todos los que viven aquí.»
55. Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.
56. Después, se fueron a otro pueblo.
57. Cuando iban por el camino, alguien le dijo a Jesús:—Te seguiré a cualquier sitio que vayas.
58. Jesús le contestó:—Las zorras tienen sus cuevas, y las aves tienen nidos, pero yo, el Hijo del hombre, no tengo ni siquiera un sitio donde descansar.