35. Cuando Gáal salió al portón de la ciudad, Abimélec y sus hombres salieron de sus escondites.
36. Gáal los vio y le dijo a Zebul:—¡Mira! ¡Por los cerros viene bajando gente!Zebul le respondió:—No es gente. Son las sombras de los cerros.
37. Gáal volvió a decirle:—¡Mira bien! ¡Son hombres los que vienen bajando por el cerro central! ¡Y por el camino del roble de los adivinos viene otro grupo!
38. Entonces Zebul le dijo:—¿Y ahora qué me dices? ¿No decías que Abimélec no era nadie para hacernos sus esclavos? ¡Ahí están los hombres que despreciaste! ¡Sal a combatirlos!
39. Gáal salió entonces al frente de la gente de Siquem, y peleó contra Abimélec.
40. Pero Abimélec lo persiguió, y Gáal salió huyendo. Muchos cayeron heridos a lo largo del camino, hasta el portón de la ciudad.
41. Zebul, por su parte, echó a Gáal y a sus hermanos, y no los dejó vivir en Siquem. Abimélec se quedó en Arumá.
42. Al día siguiente, Abimélec se enteró de que los de Siquem saldrían al campo.
43. Dividió entonces a sus hombres en tres grupos, los cuales se escondieron en los campos. Cuando Abimélec vio que los de Siquem salían de la ciudad, salió él también de su escondite y los atacó.
44. Rápidamente Abimélec y el grupo que estaba con él fueron a apoderarse del portón de la ciudad, mientras los otros dos grupos atacaban a todos los que estaban en los campos y los mataban.
45. Abimélec siguió peleando todo ese día, hasta que se apoderó de la ciudad, y mató a la gente que estaba allí. Luego destruyó la ciudad y esparció sal sobre las ruinas.
46. Cuando los que estaban en la Torre de Siquem se enteraron de lo que había sucedido, se refugiaron en el templo de El-berit.