5. Entonces su espíritu me puso de pie, y me llevó al patio. Allí me di cuenta de que la grandeza de Dios había llenado el templo.
6. El hombre se paró a mi lado. En ese momento oí que alguien me hablaba desde el templo.
7. Me decía:«Ezequiel, hombre mortal, en este lugar he puesto mi trono. Aquí es donde yo reino, y donde viviré para siempre con los israelitas. No hay otro Dios como yo. No voy a permitir que ni ellos ni sus reyes vuelvan a serme infieles, ni que me falten al respeto adorando a sus reyes muertos.
8. Tampoco volverán a construir sus palacios junto a mi templo, separados sólo por una pared. Sus infidelidades me ofenden, pues yo soy un Dios diferente. Tanto me hicieron enojar, que por eso los destruí.
9. Sin embargo, si me son fieles, y no vuelven a adorar a sus reyes, yo viviré siempre con ellos.
12. »Ésta es la ley del templo: Todo el terreno en la parte alta de la colina que rodea el templo, será declarado un lugar santo».
18. Luego, aquel hombre me dijo:«El Dios de Israel ordena hacer lo siguiente:“Cuando el altar ya esté listo para rociarlo con sangre y presentar en él ofrendas,