9. »Tan enamorada estaba Oholá de sus amantes asirios, que dejé que ellos hicieran con ella lo que quisieran.
37-39. Ellas me fueron infieles, pues adoraron a sus ídolos malolientes. Además, son unas asesinas, pues presentaron a nuestros hijos como ofrenda a esos ídolos. Por si fuera poco, iban los sábados al templo no para adorarme, sino para ofenderme. ¡Todo eso lo hicieron en mi propio templo!
40. »Luego mandaron traer a gente de tierras lejanas, y mientras tanto se bañaron, se pintaron los ojos y se adornaron con joyas. Cuando ellos llegaron, ellas los recibieron
41. recostadas en lujosas camas. La mesa estaba ya servida, frente a ellas, y allí pusieron el incienso y el perfume que antes me ofrecían a mí.
42. »El griterío que se escuchaba era el de una multitud en fiesta. Era la gente que había llegado del desierto, y que estaba adornando a esas mujeres con pulseras y con bellas diademas.
43. Entonces pensé: “Éstos van a acostarse con esas prostitutas. ¡Pero tan acabadas están, que ni para prostitutas sirven!”