6. se puso blanco y comenzó a temblar de miedo.
7. Enseguida llamó a gritos a sus sabios y adivinos, y les ordenó: «¿Hay alguien aquí que me pueda explicar lo que está escrito en la pared? Al que lo haga, lo vestiré como un príncipe y le daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino».
8. Pero ninguno de los sabios y adivinos entendía lo que estaba escrito, así que tampoco podían explicárselo al rey.
9. Por eso el rey se preocupó mucho, y se asustó aún más. También sus invitados estaban muy confundidos.