4. Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib lanzó en contra del Dios de Israel, y que lo castigue. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.
7. Yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo obligue a regresar a su país, y allí lo matarán”.
8. El oficial asirio se enteró de que Senaquerib, su rey, se había ido de la ciudad de Laquis. Entonces se fue de Jerusalén y encontró a Senaquerib luchando contra Libná.
9. Allí Senaquerib supo que el rey Tirhaca de Etiopía había salido a luchar contra él. Entonces le mandó de nuevo un mensaje a Ezequías:
32-33. »Dios quiere que sepas que Senaquerib no entrará a Jerusalén. No disparará ni una sola flecha; no la atacará ni construirá plataformas para subir por sus murallas. Tendrá que volver por donde vino. Dios ha dado su palabra.
34. Dios protegerá esta ciudad, por amor a sí mismo, y por amor a David, quien le fue fiel en todo».
35. Esa noche, el ángel de Dios fue y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados del ejército asirio, y a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos.
36. Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive.
37. Pero un día, mientras Senaquerib estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer fueron y lo mataron, y luego escaparon a la región de Ararat. En su lugar reinó su hijo Esarhadón.