1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Dios nos hizo esa promesa. Por eso, para que Dios nos acepte, no debemos hacer el mal, sino mantenernos libres de pecado. Honremos a Dios, y tratemos de ser santos como él.
2. ¡Hágannos un lugar en su corazón! Con nadie hemos sido injustos. A nadie hemos dañado, ni de nadie nos hemos aprovechado.
3. No les digo esto para que se sientan mal, pues ya les hemos dicho que ni la vida ni la muerte podrán impedir que los amemos.
4. Me siento orgulloso de ustedes, y les tengo mucha confianza. Estoy muy contento, a pesar de todas las dificultades que hemos tenido.
5. Desde que llegamos a la región de Macedonia, no hemos descansado. Al contrario, hemos sufrido mucho. Hemos luchado contra nuestros enemigos y contra nuestro miedo.
6. Pero Dios, que anima a los que sufren, nos consoló con la llegada de Tito.