8. Cuando se acercaron a donde estaban los filisteos, Jonatán le dijo a su ayudante:—Ven, vamos a acercarnos a ellos, para que nos vean.
9. Si nos dicen: “Alto ahí; no se muevan hasta que lleguemos a donde están”, así lo haremos.
25-27. La gente tenía mucho miedo del juramento de Saúl, así que cuando llegaron a un bosque donde había mucha miel, ninguno de ellos se atrevió a probarla. Como Jonatán no estaba enterado del juramento que había hecho su padre, tomó miel con el palo que llevaba en su mano, y en cuanto la probó, cobró nuevas fuerzas.
28. Pero uno de los soldados le dijo:—Su padre ha hecho un juramento. Cualquiera que coma algo hoy, quedará bajo maldición y será condenado a muerte. Por eso, aunque estamos muy cansados, no hemos comido nada.
29. Jonatán respondió:—¡Con ese juramento mi padre le ha hecho mucho daño al pueblo! Si yo, con un poco de miel, he recobrado las fuerzas,
30. imagínense cómo habría sido si el ejército hubiera comido hoy de la comida de nuestros enemigos: ¡su victoria habría sido mayor!
31. La batalla se extendió desde Micmás hasta Aialón, y no paró hasta que los israelitas derrotaron a los filisteos. Pero los israelitas terminaron muy cansados,
32. así que esa misma noche tomaron las ovejas, vacas y terneros que les habían quitado a los filisteos, y los mataron, comiéndose la carne con todo y sangre.
33. Pero alguien le dijo a Saúl:—La gente está comiendo carne con sangre, y Dios nos ha prohibido hacer eso.Enojado, Saúl dijo:—¡Ustedes nunca obedecen a Dios! Tráiganme pronto una piedra grande, y díganle a la gente que traiga aquí su toro o su oveja.
34. Que los maten aquí, y se los coman sin sangre. Así no ofenderán a Dios.Esa misma noche cada uno llevó su propio toro y lo sacrificó allí.
35. En ese lugar Saúl construyó por primera vez un altar para adorar a Dios.
36. Luego les dijo a sus soldados:—No pasará esta noche sin que acabemos con los filisteos y nos quedemos con todas sus pertenencias.Y ellos le contestaron:—Haremos todo lo que usted nos mande.Pero el sacerdote le dijo:—Primero debemos consultar a Dios.
37. Entonces Saúl le preguntó a Dios: «¿Puedo perseguir a los filisteos? ¿Nos ayudarás otra vez a vencerlos?» Pero Dios no le contestó,
38. así que Saúl les dijo a los jefes de su ejército:—Acérquense y díganme por culpa de quién Dios no me responde.
39. Les juro por Dios que morirá, aunque se trate de mi hijo Jonatán.Pero ninguno le respondió.