48. Y él dijo: Confía hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.
49. Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga a decirle: Tu hija está muerta, no des trabajo al Maestro.
50. Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva.
51. Y entrado en casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y al padre y a la madre de la niña.
52. Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme.
53. Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta.
54. Y él, echados todos fuera, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.