8. Y en cualquier ciudad donde entréis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante;
9. y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
10. Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid:
11. Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad sacudimos en vosotros; pero esto sabed, que el Reino de los cielos se ha llegado a vosotros.
12. Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.
13. ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las virtudes que se han hecho en vosotras, hace ya días que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.
14. Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio.
15. Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada.
16. El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros desecha, a mí desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió.
17. Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
18. Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo que caía del cielo.
19. He aquí os doy potestad de hollar sobre serpientes y sobre escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
20. Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
21. En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Te confieso, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños; así, Padre, porque así te agradó.
22. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.
23. Y vuelto particularmente a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis;