24. Así que, como la Iglesia está sujeta al Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como el Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26. para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra,
27. para presentársela gloriosa para sí mismo , una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.
28. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.