1. Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído;
2. para que guardes consejo, y tus labios conserven el conocimiento.
3. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más suave que el aceite;
4. pero su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos.