Lucas 8:22-36 Reina Valera Gómez (RVG)

22. Y aconteció un día que Él entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron.

23. Pero mientras navegaban, Él se durmió. Y sobrevino una tempestad de viento en el lago; y se anegaban, y peligraban.

24. Y viniendo a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y despertado Él, reprendió al viento y al levantamiento de las aguas; y cesaron, y fue hecha bonanza.

25. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a otros: ¿Qué clase de hombre es Éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?

26. Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está al lado opuesto de Galilea.

27. Y llegando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios por ya mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.

28. Éste, cuando vio a Jesús, dio voces, y postrándose delante de Él, dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; pues hacía mucho tiempo que le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; pero rompiendo las cadenas, era arrastrado por el demonio a los desiertos.)

30. Y Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él.

31. Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.

32. Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.

33. Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó.

34. Y cuando los que los apacentaban, vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos.

35. Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús; vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo.

36. Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado.

Lucas 8