37. y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38. Y había también sobre Él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
39. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40. Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿No temes tú a Dios, aun estando en la misma condenación?
41. Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste ningún mal hizo.
42. Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
44. Y era como la hora sexta, y hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
45. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por el medio.
46. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, entregó el espíritu.
47. Y cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.
48. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho.
49. Y todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas.
50. Y he aquí había un varón llamado José, el cual era consejero y un varón bueno y justo
51. (Éste, no había consentido con el consejo ni con los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de los judíos, y quien también esperaba el reino de Dios.
52. Éste fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
53. Y bajándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún nadie había sido puesto.
54. Y era el día de la preparación; y estaba para comenzar el sábado.
55. Y las mujeres que habían venido con Él desde Galilea también lo acompañaron, y vieron el sepulcro y cómo fue puesto su cuerpo.
56. Y regresando, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento.