34. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestiduras, echaron suertes.
35. Y el pueblo estaba mirando; y también los príncipes con ellos se burlaban de Él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si Él es el Cristo, el escogido de Dios.
36. Y los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre,
37. y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
38. Y había también sobre Él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebreas: ÉSTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
39. Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
40. Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿No temes tú a Dios, aun estando en la misma condenación?
41. Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Éste ningún mal hizo.
42. Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
43. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
44. Y era como la hora sexta, y hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
45. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por el medio.