4. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino.
5. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa.
6. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros.
7. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.
8. Y en cualquier ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan delante;
9. Y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: El reino de Dios se ha acercado a vosotros.
10. Pero en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid:
11. Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros: Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros.
12. Y os digo que será más tolerable el castigo para Sodoma en aquel día, que para aquella ciudad.
13. ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho las maravillas que se han hecho en vosotras, hace mucho tiempo que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido.
14. Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras.
15. Y tú, Capernaúm, que hasta el cielo eres levantada, hasta el infierno serás arrojada.
16. El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que a mí me desecha, desecha al que me envió.
17. Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
18. Y Él les dijo: Yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo.
19. He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada en ningún modo os dañará.
20. Mas no os regocijéis en esto de que los espíritus se os sujetan; antes regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.
21. En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó.
22. Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.