26. Y Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27. Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30. Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
31. Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado.
32. Y asimismo un levita, cuando llegó cerca de aquel lugar y lo vio, pasó por el otro lado.
33. Pero un samaritano, que iba de camino, vino adonde él estaba, y cuando lo vio, tuvo compasión de él;
34. y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
35. Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuida de él; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré.
36. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37. Y él dijo: El que mostró con él misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
38. Y aconteció que yendo ellos, entró Él en una aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
39. Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40. Pero Marta se distraía en muchos servicios; y vino a Él, diciendo: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41. Y respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, estás afanada y turbada con muchas cosas:
42. Pero una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.