18. Y Él les dijo: Yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo.
19. He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada en ningún modo os dañará.
20. Mas no os regocijéis en esto de que los espíritus se os sujetan; antes regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.
21. En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó.
22. Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar.
23. Y volviéndose a sus discípulos, les dijo en privado: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis:
24. Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.