6. Y dijo esto, no porque tuviese cuidado de los pobres; sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y traía lo que se echaba en ella.
7. Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8. Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.
9. Entonces mucha gente de los judíos supieron que Él estaba allí; y vinieron no solamente por causa de Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
10. Pero los príncipes de los sacerdotes consultaron para matar también a Lázaro.
11. Pues por causa de él, muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
12. El siguiente día, mucha gente que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,
13. tomaron ramas de palmas, y salieron a recibirle, y aclamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el Rey de Israel, que viene en el nombre del Señor!
14. Y halló Jesús un asnillo, y se montó sobre él; como está escrito:
15. No temas hija de Sión: He aquí tu Rey viene, sentado sobre un pollino de asna.
16. Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de Él, y que le habían hecho estas cosas.
17. Y la gente que estaba con Él cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y le resucitó de los muertos, daba testimonio.
18. También por esta causa la gente había venido a recibirle, porque había oído que Él había hecho este milagro.
19. Pero los fariseos dijeron entre sí: ¿Veis que nada ganáis? He aquí el mundo se va tras Él.
20. Y había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta.
21. Éstos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús.
22. Felipe vino y lo dijo a Andrés; y después Andrés y Felipe lo dijeron a Jesús.
23. Entonces Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre ha de ser glorificado.
24. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
25. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.