Josué 8:22-33 Reina Valera Gómez (RVG)

22. Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro: y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos de la una parte, y los otros de la otra. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase.

23. Y tomaron vivo al rey de Hai, y le trajeron a Josué.

24. Y sucedió que cuando Israel acabó de matar a todos los moradores de Hai en el campo y en el desierto, adonde ellos los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas volvieron a Hai y la hirieron a filo de espada.

25. Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue doce mil, todos los de Hai.

26. Y Josué no retrajo su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido a todos los moradores de Hai.

27. E Israel tomó para sí, sólo las bestias y el despojo de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que Él había mandado a Josué.

28. Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón perpetuo, asolado hasta hoy.

29. Mas al rey de Hai colgó de un madero hasta la tarde; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

30. Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte de Ebal,

31. como Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro: y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz.

32. También escribió allí en piedras la repetición de la ley de Moisés, la cual él había escrito delante de los hijos de Israel.

33. Y todo Israel, y sus ancianos, oficiales, y jueces, estaban a uno y otro lado del arca, delante de los sacerdotes levitas que llevan el arca del pacto de Jehová; así extranjeros como naturales, la mitad de ellos estaba hacia el monte de Gerizim, y la otra mitad hacia el monte de Ebal; de la manera que Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel.

Josué 8