20. Ahora bien, un mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.
21. ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? ¡En ninguna manera! Porque si se hubiera dado una ley que pudiera vivificar, la justicia verdaderamente habría sido por la ley.
22. Mas la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa por la fe de Jesucristo, fuese dada a los que creen.
23. Pero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser revelada.
24. De manera que la ley fue nuestro ayo para traernos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe.