32. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
33. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
34. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
35. Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres.
36. Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.