30. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
31. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
32. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.