11. Como las aguas del mar se evaporan, y el río se agota y se seca,
12. así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertará ni se levantará de su sueño.
13. ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo y de mí te acordaras!
14. Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi servicio esperaré, hasta que llegue mi relevo.