21. Y el hombre, maravillado de ella, la observaba en silencio, para saber si Jehová había prosperado su viaje, o no.
22. Y aconteció que cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le presentó un pendiente de oro que pesaba medio siclo y dos brazaletes que pesaban diez,
23. y dijo: ¿De quién eres hija? Te ruego que me digas: ¿hay lugar en casa de tu padre donde posemos?