27. El pueblo se alejó de las tiendas de Coré, Datán y Abirán. Los dos últimos habían salido a la entrada de sus tiendas, y estaban allí, de pie, con sus esposas y todos sus hijos.
28. Moisés siguió diciendo:—Ahora van a saber si el Señor me ha enviado a hacer todas estas cosas, o si estoy actuando por mi cuenta.
29. Si estos hombres mueren de muerte natural, como es el destino de todos los hombres, eso querrá decir que el Señor no me ha enviado.
30. Pero si el Señor crea algo nuevo, y hace que la tierra se abra y se los trague con todas sus pertenencias, de tal forma que desciendan vivos al sepulcro, entonces sabrán que estos hombres menospreciaron al Señor.
31. Tan pronto como Moisés terminó de hablar, la tierra se abrió debajo de ellos;
32. se abrió y se los tragó, a ellos y a sus familias, junto con la gente y las posesiones de Coré.
33. Bajaron vivos al sepulcro, junto con todo lo que tenían, y la tierra se cerró sobre ellos. De este modo fueron eliminados de la comunidad.
34. Al oírlos gritar, todos los israelitas huyeron de allí exclamando:—¡Corramos, no sea que la tierra nos trague también a nosotros!
35. Y los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso fueron consumidos por el fuego del Señor.
36. El Señor le dijo a Moisés:
37. «Ya que ahora los incensarios son santos, ordena a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que los retire del rescoldo y que esparza las brasas.
38. Toma los incensarios de aquellos que pecaron a costa de su vida, y haz con ellos láminas para recubrir el altar. Ahora son santos, porque fueron presentados ante el Señor, y serán así una señal para los israelitas.»
39. Entonces el sacerdote Eleazar recogió esos incensarios, y con ellos mandó hacer láminas para recubrir el altar.
40. Las láminas quedaron allí, como advertencia a los israelitas, para que ninguno que no fuera descendiente de Aarón ni estuviera autorizado se atreviera a ofrecer incienso ante el Señor; de lo contrario, le sucedería lo mismo que a Coré y su gente, tal como el Señor se lo había advertido por medio de Moisés.
41. Al día siguiente, toda la congregación de los israelitas volvió a murmurar contra Moisés y Aarón, alegando:—Ustedes mataron al pueblo del Señor.
42. Como la congregación empezó a amotinarse contra Moisés y Aarón, éstos se dirigieron a la Tienda de reunión. De repente la nube cubrió la Tienda, y apareció la gloria del Señor.
43. Entonces Moisés y Aarón se detuvieron frente a la Tienda de reunión,