17. Mientras tanto, Sísara había huido a pie hasta la carpa de Jael, la esposa de Héber el quenita, pues había buenas relaciones entre Jabín, rey de Jazor, y el clan de Héber el quenita.
18. Jael salió al encuentro de Sísara, y le dijo:—¡Adelante, mi señor! Entre usted por aquí. No tenga miedo.Sísara entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta.
19. —Tengo sed —dijo él—. ¿Podrías darme un poco de agua?Ella destapó un odre de leche, le dio de beber, y volvió a cubrirlo.
20. —Párate a la entrada de la carpa —le dijo él—. Si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, contéstale que no.