3. Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno.
4. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien.
5. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
6. «Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? —afirma el Señor—. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero.
7. En un momento puedo hablar de arrancar, derribar y destruir a una nación o a un reino;
8. pero si la nación de la cual hablé se arrepiente de su maldad, también yo me arrepentiré del castigo que había pensado infligirles.
9. En otro momento puedo hablar de construir y plantar a una nación o a un reino.
10. Pero si esa nación hace lo malo ante mis ojos y no me obedece, me arrepentiré del bien que había pensado hacerles.
11. Y ahora habla con los habitantes de Judá y de Jerusalén, y adviérteles que así dice el Señor: “Estoy preparando una calamidad contra ustedes, y elaborando un plan en su contra. ¡Vuélvanse ya de su mal camino; enmienden su conducta y sus acciones!”
12. Ellos objetarán: “Es inútil. Vamos a seguir nuestros propios planes”, y cada uno cometerá la maldad que le dicte su obstinado corazón.»
13. Por eso, así dice el Señor:«Pregunten entre las naciones:¿Quién ha oído algo semejante?La virginal Israelha cometido algo terrible.
14. ¿Acaso la nieve del Líbanodesaparece de las colinas escarpadas?¿Se agotan las aguas fríasque fluyen de las montañas?
15. Sin embargo, mi pueblo me ha olvidado;quema incienso a ídolos inútiles.Ha tropezado en sus caminos,en los senderos antiguos,para andar por sendasy caminos escabrosos.
16. Así ha dejado desolado su país;lo ha hecho objeto de burla constante.Todo el que pase por élmeneará atónito la cabeza.
17. Como un viento del este,los esparciré delante del enemigo.En el día de su calamidadles daré la espalda y no la cara.»
18. Ellos dijeron: «Vengan, tramemos un plan contra Jeremías. Porque no le faltará la ley al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Ataquémoslo de palabra, y no hagamos caso de nada de lo que diga.»