Hechos 8:22-34 Nueva Versión Internacional (NVI)

22. Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención.

23. Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado.

24. —Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que han dicho.

25. Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.

26. Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza.»

27. Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Éste había ido a Jerusalén para adorar

28. y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carro, leyendo el libro del profeta Isaías.

29. El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro.»

30. Felipe se acercó de prisa al carro y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó:—¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?

31. —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él.

32. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:«Como oveja, fue llevado al matadero;y como cordero que enmudece ante su trasquilador,ni siquiera abrió su boca.

33. Lo humillaron y no le hicieron justicia.¿Quién describirá su descendencia?Porque su vida fue arrancada de la tierra.»

34. —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.

Hechos 8