Hechos 8:2-20 Nueva Versión Internacional (NVI)

2. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.

3. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.

4. Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban.

5. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías.

6. Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje.

7. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos.

8. Y aquella ciudad se llenó de alegría.

9. Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria.

10. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: «¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!»

11. Lo seguían porque por mucho tiempo los había tenido deslumbrados con sus artes mágicas.

12. Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron.

13. Simón mismo creyó y, después de bautizarse, seguía a Felipe por todas partes, asombrado de los grandes milagros y señales que veía.

14. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

15. Éstos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo,

16. porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.

17. Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.

18. Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero

19. y les pidió:—Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.

20. —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!

Hechos 8