20. Algunos funcionarios del faraón temieron la palabra del Señor y se apresuraron a poner bajo techo a sus esclavos y ganados,
21. pero otros no hicieron caso de la palabra de Dios y dejaron en el campo a sus esclavos y ganados.
22. Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre la gente y los animales, y sobre todo lo que crece en el campo.»
23. Moisés levantó su vara hacia el cielo, y el Señor hizo que cayera granizo sobre todo Egipto: envió truenos, granizo y rayos sobre toda la tierra.
24. Llovió granizo, y con el granizo caían rayos zigzagueantes. Nunca en toda la historia de Egipto como nación hubo una tormenta peor que ésta.
25. El granizo arrasó con todo lo que había en los campos de Egipto, y con personas y animales; acabó con todos los cultivos y derribó todos los árboles.
26. El único lugar en donde no granizó fue en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas.
27. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:—Esta vez reconozco mi pecado. El Señor ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal.
28. No voy a detenerlos más tiempo; voy a dejarlos ir. Pero rueguen por mí al Señor, que truenos y granizo los hemos tenido de sobra.
29. —En cuanto yo salga de la ciudad —le contestó Moisés—, elevaré mis manos en oración al Señor, y cesarán los truenos y dejará de granizar. Así sabrás que la tierra es del Señor.
30. Sin embargo, yo sé que tú y tus funcionarios aún no tienen temor de Dios.
31. El lino y la cebada fueron destruidos, ya que la cebada estaba en espiga, y el lino en flor.
32. Sin embargo, el trigo y la espelta no se echaron a perder porque maduran más tarde.
33. Tan pronto como Moisés dejó al faraón y salió de la ciudad, elevó sus manos en oración al Señor y, en seguida, cesaron los truenos y dejó de granizar y de llover sobre la tierra.
34. Pero en cuanto vio el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, reincidió en su pecado, y tanto él como sus funcionarios endurecieron su corazón.