Éxodo 10:13-29 Nueva Versión Internacional (NVI)

13. Moisés extendió su vara sobre Egipto, y el Señor hizo que todo ese día y toda esa noche un viento del este soplara sobre el país. A la mañana siguiente, el viento del este había traído las langostas,

14. las cuales invadieron todo Egipto y se asentaron en gran número por todos los rincones del país. ¡Nunca antes hubo semejante plaga de langostas, ni la habrá después!

15. Eran tantas las langostas que cubrían la superficie de la tierra, que ni el suelo podía verse. Se comieron todas las plantas del campo y todos los frutos de los árboles que dejó el granizo. En todo Egipto no quedó nada verde, ni en los árboles ni en las plantas.

16. A toda prisa mandó llamar el faraón a Moisés y a Aarón, y admitió: «He pecado contra el Señor su Dios y contra ustedes.

17. Yo les pido que perdonen mi pecado una vez más, y que rueguen por mí al Señor su Dios, para que por lo menos aleje de donde yo estoy esta plaga mortal.»

18. En cuanto Moisés salió de la presencia del faraón, rogó al Señor por el faraón.

19. El Señor hizo entonces que el viento cambiara, y que un fuerte viento del oeste se llevara las langostas y las echara al Mar Rojo. En todo Egipto no quedó una sola langosta.

20. Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó que los israelitas se fueran.

21. El Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan palpar!»

22. Moisés levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó envuelto en densas tinieblas.

23. Durante ese tiempo los egipcios no podían verse unos a otros, ni moverse de su sitio. Sin embargo, en todos los hogares israelitas había luz.

24. Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo:—Vayan y rindan culto al Señor. Llévense también a sus hijos, pero dejen atrás sus rebaños y sus ganados.

25. A esto replicó Moisés:—¡Al contrario!, tú vas a darnos los sacrificios y holocaustos que hemos de presentar al Señor nuestro Dios,

26. y además nuestro ganado tiene que ir con nosotros. ¡No puede quedarse aquí ni una sola pezuña! Para rendirle culto al Señor nuestro Dios tendremos que tomar algunos de nuestros animales, y no sabremos cuáles debemos presentar como ofrenda hasta que lleguemos allá.

27. Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir,

28. sino que le gritó a Moisés:—¡Largo de aquí! ¡Y cuidado con volver a presentarte ante mí! El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto.

29. —¡Bien dicho! —le respondió Moisés—. ¡Jamás volveré a verte!

Éxodo 10