9. Desde las cimas del precipicio los veo;los miro desde las colinas.Veo a un pueblo que vive aislado,apartado de las otras naciones.
10. ¿Quién puede contar a los descendientes de Jacob, tan numerosos como el polvo?¿Quién puede contar siquiera a una cuarta parte del pueblo de Israel?Permíteme morir como los justos;deja que mi vida acabe como la de ellos».
11. Entonces el rey Balac le reclamó a Balaam:—¿Qué me has hecho? Te traje para maldecir a mis enemigos. ¡En cambio, los has bendecido!
12. Pero Balaam respondió:—Yo hablaré sólo el mensaje que el Señor ponga en mi boca.
13. Entonces el rey Balac le dijo:—Ven conmigo a otro lugar. Allí verás otra parte de la nación de Israel, aunque no a todos. ¡Maldice por lo menos a esa parte!
14. Así que Balac llevó a Balaam a la meseta de Zofim en la cima del monte Pisga. Allí construyó siete altares y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
15. Entonces Balaam le dijo al rey:—Quédate aquí con tus ofrendas quemadas mientras yo voy allá a encontrarme con el Señor.
16. Entonces el Señor se reunió con Balaam y le dio un mensaje. Le dijo: «Regresa con Balac y dale mi mensaje».
17. Balaam volvió y encontró al rey de pie junto a sus ofrendas quemadas, con todos los funcionarios de Moab.—¿Qué dijo el Señor? —preguntó Balac ansiosamente.
18. Este es el mensaje que Balaam transmitió:«¡Levántate, Balac, y escucha!Óyeme, hijo de Zipor.