Hechos 16:18-34 Nueva Traducción Viviente (NTV)

18. Esto mismo sucedió día tras día hasta que Pablo se exasperó de tal manera que se dio la vuelta y le dijo al demonio que estaba dentro de la joven: «Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella». Y al instante el demonio la dejó.

19. Las esperanzas de sus amos de hacerse ricos ahora quedaron destruidas, así que agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza del mercado ante las autoridades.

20. «¡Toda la ciudad está alborotada a causa de estos judíos! —les gritaron a los funcionarios de la ciudad—.

21. Enseñan costumbres que nosotros, los romanos, no podemos practicar porque son ilegales».

22. Enseguida se formó una turba contra Pablo y Silas, y los funcionarios de la ciudad ordenaron que les quitaran la ropa y los golpearan con varas de madera.

23. Los golpearon severamente y después los metieron en la cárcel. Le ordenaron al carcelero que se asegurara de que no escaparan.

24. Así que el carcelero los puso en el calabozo de más adentro y les sujetó los pies en el cepo.

25. Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban.

26. De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas!

27. El carcelero se despertó y vio las puertas abiertas de par en par. Dio por sentado que los prisioneros se habían escapado, por lo que sacó su espada para matarse;

28. pero Pablo le gritó: «¡Detente! ¡No te mates! ¡Estamos todos aquí!».

29. El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas.

30. Después los sacó y les preguntó:—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

31. Ellos le contestaron:—Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

32. Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa.

33. Aun a esa hora de la noche, el carcelero los atendió y les lavó las heridas. Enseguida ellos lo bautizaron a él y a todos los de su casa.

34. El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa se alegraron porque todos habían creído en Dios.

Hechos 16