22. —No te disgustes tanto, mi señor —contestó Aarón—. Tú sabes bien qué mala es esta gente.
23. Ellos me dijeron: “Haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto”.
24. Así que yo les dije: “Los que tengan joyas de oro, que se las quiten”. Cuando me las trajeron, no hice más que echarlas al fuego, ¡y salió este becerro!
25. Moisés vio que Aarón había permitido que el pueblo se descontrolara por completo y fuera el hazmerreír de sus enemigos.