12. —No somos nosotros, mi señor el rey —respondió uno de los oficiales—. ¡Eliseo, el profeta de Israel, le comunica al rey de Israel hasta las palabras que usted dice en la intimidad de su alcoba!
13. —Vayan a averiguar dónde está —les ordenó el rey—, para mandar soldados a capturarlo.Luego le avisaron: «Eliseo está en Dotán».
14. Así que una noche, el rey de Aram envió un gran ejército con muchos caballos y carros de guerra para rodear la ciudad.
15. Al día siguiente, cuando el sirviente del hombre de Dios se levantó temprano y salió, había tropas, caballos y carros de guerra por todos lados.—¡Oh señor! ¿Qué vamos a hacer ahora? —gritó el joven a Eliseo.
16. —¡No tengas miedo! —le dijo Eliseo—. ¡Hay más de nuestro lado que del lado de ellos!
17. Entonces Eliseo oró: «Oh Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea!».Así que el Señor abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena de caballos y carros de fuego.
18. Cuando el ejército arameo avanzó hacia él, Eliseo rogó: «Oh Señor, haz que ellos queden ciegos». Entonces el Señor los hirió con ceguera, tal como Eliseo había pedido.
19. Luego Eliseo salió y les dijo: «¡Ustedes vinieron por el camino equivocado! ¡Esta no es la ciudad correcta! Síganme y los llevaré a donde está el hombre que buscan», y los guió a la ciudad de Samaria.
20. Apenas entraron en Samaria, Eliseo pidió en oración: «Oh Señor, ahora ábreles los ojos para que vean». Entonces el Señor les abrió los ojos, y se dieron cuenta de que estaban en el centro de la ciudad de Samaria.
21. Cuando el rey de Israel los vio, gritó a Eliseo:—¿Los mato, padre mío, los mato?
22. —¡Claro que no! —contestó Eliseo—. ¿Acaso matamos a los prisioneros de guerra? Dales de comer y de beber, y mándalos de regreso a su casa, con su amo.
23. Entonces el rey hizo un gran banquete para ellos y luego los mandó de regreso a su amo. Después de este incidente, los saqueadores arameos se mantuvieron lejos de la tierra de Israel.
24. Sin embargo, tiempo después, el rey de Aram reunió a todo su ejército y sitió a Samaria.
25. Como consecuencia, hubo mucha hambre en la ciudad. Estuvo sitiada por tanto tiempo que la cabeza de un burro se vendía por casi ochenta piezas de plata, y doscientos mililitros de estiércol de paloma se vendía por cinco piezas de plata.