8. Pero el pecado usó aquella ley que condena la codicia para despertar en mí toda clase de malos deseos. Si no hubiera ninguna ley que transgredir, nadie pecaría.
9. Por eso, antes de entender lo que la ley demanda, me sentía bien. Pero cuando llegó el mandamiento, cobró vida el pecado y morí.
10. Es decir, el mandamiento que debía haberme dado vida, me condenó a muerte.
11. Porque el pecado me engañó, pues tomó el mandamiento de Dios y lo usó para matarme.
12. Así que, como ven, la ley en sí es santa, justa y buena.
13. ¿Y acaso lo que era bueno causó mi muerte? ¡De ninguna manera! No; el pecado usó lo que era bueno para causarme la muerte. Así que, utilizando el mandamiento bueno, el pecado se mostró con toda su maldad.
14. Sabemos que la ley es espiritual. El problema es que yo estoy vendido en esclavitud al pecado, a causa de mi naturaleza pecadora.
15. Yo no me entiendo a mí mismo, porque no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.
16. Sé bien que si hago lo que no quiero hacer, entonces la ley es buena.
17. De manera que no soy yo el que lo hace. Es el pecado que está dentro de mí.
18. Yo sé que en mi vieja naturaleza no hay nada bueno. Pues aunque quiero hacer lo bueno, no puedo.
19. Cuando quiero hacer el bien, no lo hago; y cuando trato de no hacer lo malo, lo hago de todos modos.
20. Entonces, si hago lo que no quiero hacer, está claro cuál es el problema: es el pecado que vive en mi.
21. Así que, queriendo hacer el bien, me enfrento a esta ley: el mal vive en mí.
22. En mi interior, quisiera obedecer la voluntad de Dios,
23. pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley está en guerra contra mi mente, y me tiene cautivo.¡Qué triste es el estado en que me encuentro!