23. pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley está en guerra contra mi mente, y me tiene cautivo.¡Qué triste es el estado en que me encuentro!
24. ¿Quién me libertará de la esclavitud de esta mortal naturaleza pecadora?
25. ¡Gracias a Dios que Cristo lo ha logrado!En conclusión: con mi mente sirvo a la ley de Dios pero con mi naturaleza pecaminosa a la ley del pecado.