2-3. Cuando el rey Balac de Moab (hijo de Zipor) se enteró del número de los israelitas, y se enteró de lo que le habían hecho a los amorreos, él y su pueblo tuvieron gran temor.
18. Pero Balán replicó:—Aunque Balac me ofreciera un palacio repleto de oro y plata, yo no podría hacer nada contrario a los mandamientos del SEÑOR mi Dios.
19. Sin embargo, pasen aquí la noche para ver si el SEÑOR añade algo a lo que me dijo antes.
20. Aquella noche el SEÑOR le dijo a Balán:—Levántate y ve con aquellos hombres, pero harás solamente lo que yo te ordene.
21. Al día siguiente Balán aparejó su burra y salió con los mensajeros del rey.
22. Pero Dios estaba enojado, y envió un ángel para que en el camino le diera muerte. Mientras Balán y los dos siervos cabalgaban juntos,
23. la burra de Balán vio repentinamente al ángel del SEÑOR que estaba en el camino con una espada desenvainada. La burra se apartó del camino y entró en un campo, pero Balán la golpeó hasta que volvió al camino.
24. Nuevamente el ángel del SEÑOR se paró en el lugar donde el camino se estrechaba entre dos muros de viñas.
25. Cuando la burra lo vio allí se espantó y apretó el pie de Balán contra la pared. Él azotó nuevamente a la burra.
26. Entonces el ángel del SEÑOR siguió por el camino y se paró en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar por ningún lado.
27. Así que el animal no tuvo más remedio que echarse en el camino. En un arranque de ira, Balán la azotó nuevamente con su vara.
28. Entonces el SEÑOR hizo que la burra hablara:—¿Qué te he hecho; que me has castigado tres veces? —preguntó.
29. —Es que tú me has hecho quedar como un necio —gritó Balán—. Si tuviera una espada conmigo te habría dado muerte.
30. —¿Te he hecho alguna vez algo semejante en toda mi vida? —le preguntó la burra.—No —reconoció Balán.
31. Entonces el SEÑOR abrió los ojos de Balán y pudo ver al ángel parado en el camino con la espada desenvainada. El profeta cayó en tierra delante del ángel.