18. Tú eres Pedroh, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.
19. Te daré las llaves del reino de los cielos: la puerta que cierres en la tierra se cerrará en el cielo; y la puerta que abras en la tierra se abrirá en el cielo.
20. A continuación les suplicó que no le dijeran a nadie que él era el Mesías.
21. Desde entonces empezó a explicarles claramente que era imprescindible que fuera a Jerusalén, que allí sufriría mucho en manos de los dirigentes judíos; y que, aunque al fin lo matarían, a los tres días resucitaría.
22. Pedro, inquieto, lo llamó aparte y lo reprendió:—¡Dios guarde, Señor! —le dijo—. ¡A ti no te puede pasar eso que dices!