34. Luego, mirando al cielo, suspiró y ordenó:«¡Efatá! (que quiere decir: ¡Ábrete!)
35. Al instante el hombre pudo oír y hablar perfectamente.
36. Jesús le pidió a la multitud que no contara lo que había visto; pero mientras más lo pedía, más lo divulgaba.
37. La gente estaba sumamente maravillada y decía: «¡Todo lo ha hecho bien! ¡Hasta logra que los sordos oigan y los mudos hablen!»