9. ¿Qué sabes tú más que nosotros? ¿Qué entiendes que no entendamos?
10. Hay entre nosotros ancianos mucho mayores que tu padre.
11. El consuelo de Dios, ¿será demasiado insignificante para ti? ¿Es su dulzura demasiado áspera?
12. ¿Qué haces, dejándote arrastrar por la ira? ¿Por qué te relampaguean los ojos?
13. ¿Por qué te vuelves contra Dios y le echas en cara todos estos perversos razonamientos?
14. »¿Qué hombre en toda la tierra podrá ser tan puro y justo como tú dices ser?
15. ¡Vaya! ¡Dios no confía ni siquiera en los ángeles! ¡Ni siquiera los cielos pueden ser absolutamente puros comparados con él!
16. ¡Cuánto menos uno como tú, corrupto y pecaminoso, que bebe el pecado como agua!
20. El hombre impío anda siempre atribulado en su vida.
21. Está cercado de terrores, y si tiene días buenos, pronto se le desvanecen.
22. No se atreve a salir en la oscuridad, por miedo a que lo maten.
30. No; las tinieblas lo envolverán para siempre; el aliento de Dios lo destruirá; el fuego consumirá cuanto posee.
31. Que ya no confíe en vanas riquezas; que no se engañe más, pues el dinero en que confía será su única recompensa.
32. Antes que muera, toda esa insignificancia le saltará a la vista. Porque todo lo que constituía su seguridad, desaparecerá,
33. y caerá en tierra como uva marchita. ¡Qué poca sustancia darán sus esperanzas!
34. Porque los impíos son estériles: no logran producir nada realmente bueno. El fuego de Dios los consume junto con todas sus posesiones.
35. Lo único que pueden concebir es pecado; su corazón sólo da a luz maldad».