5. Al terminar el ciclo de los banquetes, Job reunía a sus hijos y los santificaba; se levantaba muy de mañana y presentaba una ofrenda por cada uno de ellos. Porque pensaba: «Quizás mis hijos hayan pecado y en su corazón se hayan alejado de Dios». Estas cosas eran costumbre en Job.
6. Cierto día en que los ángeles se presentaron ante el SEÑOR, acudió también con ellos el ángel acusador.
7. —¿De dónde vienes? —le preguntó el SEÑOR al acusador. Y éste respondió:—De rondar la tierra y recorrerla por todas partes.
8. Entonces Dios preguntó al acusador:—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay otro como él en toda la tierra: hombre perfecto y recto, que me teme y se abstiene de todo mal.
9. —¿Y cómo no habría de serlo si lo recompensas tan bien? —dijo burlonamente el acusador—.
10. Siempre has librado de todo daño su persona, su hogar y sus bienes. Has hecho prosperar cuanto hace. ¡Mira cómo se ha enriquecido! ¡Razón tiene para adorarte!
11. Pero quítale sus riquezas, ¡y ya verás cómo te maldice en tu propia cara!
16. Aún estaba hablando este mensajero, cuando llegó otro con más noticias malas: —Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a todos los criados. ¡Sólo yo escapé para contárselo!
17. No había terminado éste, cuando otro mensajero entró corriendo.—Tres bandas de caldeos se llevaron sus camellos y mataron a sus siervos. ¡Sólo yo escapé para contárselo!