11. ¡Vaya que se han dado sus mañas para intentar engañarme los pueblos de Israel y Judá!, dice el SEÑOR.
12. No me han tomado en cuenta para nada, y dicen: «¡Él no nos inquietará! ¡Ningún mal nos sobrevendrá! ¡No habrá hambre ni guerra!
13. Los profetas de Dios», dicen ellos, «son simples charlatanes: muchas palabras y nada de autoridad divina. La condena con que amenazan caerá sobre ellos, no sobre nosotros».