4. Lleva el cinturón al río Éufrates y escóndelo en un hueco en las rocas.
5. Así lo hice, lo escondí como el SEÑOR me había dicho.
6. Mucho tiempo después, el SEÑOR me dijo: Vuelve al río y saca el cinturón.
7. Y así lo hice, saqué el cinturón del hueco donde lo había escondido. Pero estaba podrido y deshaciéndose, y ya no servía para nada.
10. Este pueblo perverso se niega a escucharme, va en pos de sus malos deseos y adora ídolos; por lo tanto llegará a ser como ese cinturón: inservible.