1. Este es el mensaje de Dios respecto a Jerusalén:¿Qué sucede? ¿A dónde van todos? ¿Por qué corren a las azoteas? ¿Qué miran?
2. Hay gran conmoción en la ciudad. ¿Qué le ocurre a esta activa y alegre ciudad? ¡Cadáveres! ¡Cadáveres por doquier, muertos por la plaga y no por la espada!
3. Todos tus caudillos huyen; se rinden sin pelear. La gente se escabulle, pero también ella es capturada.
4. Déjenme llorar, no traten de consolarme, déjenme llorar por mi pueblo al ver cómo lo destruyen.
5. ¡Ay, qué día de angustiosa tribulación! ¡Qué día de confusión y terror ha enviado el SEÑOR Dios todopoderoso! Derruidos están los muros de Jerusalén, y las laderas de los montes hacen eco al grito de muerte.
6-7. Elamitas son los arqueros, sirios conducen los carros, los hombres de Kir sostienen los escudos. Estos enemigos llenan los más hermosos valles de Jerusalén y se apiñan contra sus puertas.
8. Dios ha retirado su solícita protección. Corren al arsenal en busca de armas.
15-16. Además, el mismo SEÑOR Dios todopoderoso me ha dicho esto: Ve y dile a Sebna, el administrador del palacio: «¿Quién te imaginas que eres, tú que edificas para ti este hermoso sepulcro en la roca?
23-24. Lo convertiré en fuerte y firme percha que sostenga a mi pueblo. Sobre él echarán carga. Él llevará con toda honra su nombre.