4. Su rostro brilla como un relámpago. De su mano salen rayos refulgentes de luz, que demuestran su inmenso poder.
5. La mortandad marcha delante de él. Por donde pasa quedan las huellas de su terrible marcha.
6. Si se detiene, entonces la tierra tiembla; lanza una mirada a las naciones, y éstas se espantan. Ante él se desmoronan las viejas montañas y los cerros antiguos se derrumban. ¡Su poder es el mismo de siempre!
7. Veo a los habitantes de Cusán llenos de miedo y a los de Madián muertos de pavor.
8. »SEÑOR, cuando montaste sobre tus caballos y trepaste a tu carro de guerra, ¿estabas, acaso, enojado con los ríos y con el mar que causaste tantos estragos en la naturaleza?