24. —Mi padre es Betuel, hijo de Milca, que es esposa de Najor —contestó ella—.
25. Y en nuestra casa tenemos abundante comida para los camellos, y una pieza para huéspedes.
26. El criado, entonces, se arrodilló y adoró al SEÑOR
27. con la siguiente oración:«¡Alabado sea el SEÑOR, Dios de mi amo Abraham, pues siempre ha sido tan bueno y leal con él! ¡Gracias por haberme guiado directamente a los familiares de mi amo!»
28. La muchacha corrió hasta la casa para contarle estas cosas a su familia.
29-30. Rebeca tenía un hermano llamado Labán. Cuando éste escuchó todo lo que la muchacha les contó, y además vio el pendiente y los brazaletes que llevaba puestos, salió corriendo hacia el pozo, donde todavía estaba el hombre de pie junto a los camellos.
31. Al verlo, le dijo:—¡Venga, usted, bendito del SEÑOR, y quédese con nosotros! No tiene por qué quedarse aquí afuera. ¡Ya le he preparado un lugar para usted. También hay sitio para los camellos!
32. El criado siguió a Labán a la casa. Luego, Labán les llevó agua, para que el criado y sus acompañantes se lavaran los pies. También les quitó a los camellos las cargas que llevaban y les dio suficiente comida.
33. Cuando les sirvieron la comida, el criado de Abraham dijo:—No quiero comer nada hasta haberles dicho por qué estoy aquí.—Muy bien —dijo Labán—, danos tu mensaje.
34. —Soy siervo de Abraham —explicó—.